Las vacaciones de verano ya están aquí y, con ellas, la oportunidad de disfrutar más tiempo con la familia, descansar de la rutina escolar y crear momentos memorables. Pero además de los paseos, las visitas a los abuelos y los anhelados días sin tarea, el verano también representa una excelente oportunidad para sembrar en los niños un regalo esencial que durará toda la vida: los hábitos para formar un estilo de vida saludable.
La infancia es la etapa más importante para formar conductas que perdurarán en la edad adulta, y el estilo de vida activo no es la excepción. Diversas investigaciones han demostrado que los niños que realizan actividad física de forma regular tienen menos riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión y obesidad, además de gozar de mejor salud mental y emocional. Sin embargo, para que estos hábitos se establezcan, el ejemplo de los padres es fundamental.
En muchas familias mexicanas, se repite un patrón preocupante: si mamá y papá realizan poca actividad física, sus hijos continuarán con ese patrón, pues no cabe duda de que siguen los ejemplos. Si en casa se pasa más tiempo frente al televisor o al celular que en el parque o la bicicleta, lo más probable es que los niños normalicen ese comportamiento. A esto se suma el entorno el estilo de vida ajetreado de la ciudad, madres y padres ausentes por el trabajo, el consumo de alimentos ultra procesados por no tener tiempo de cocinar y el exceso de tareas escolares. Resultado: cada vez más niños presentan sobrepeso, obesidad y enfermedades metabólicas a edades tempranas.
De acuerdo con las Directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre actividad física y comportamiento sedentario (2020), los niños y adolescentes deben realizar al menos 60 minutos diarios de actividad física moderada o vigorosa. Esto puede incluir juegos activos, deportes, caminatas, natación o simplemente moverse más en su vida diaria. Por su parte, los adultos necesitan entre 150 y 300 minutos de actividad física moderada por semana, es decir, alrededor de 30 minutos al día. Además, se recomienda reducir al mínimo los comportamientos sedentarios, como permanecer sentados por periodos prolongados, especialmente frente a pantallas.
¿Y qué mejor momento que las vacaciones para comenzar? El verano ofrece tiempo libre, buen clima y oportunidades únicas para movernos más: salir a caminar en familia, andar en bicicleta, hacer excursiones en la naturaleza, bailar en casa o jugar en el parque. No es necesario tener mucho dinero ni equipos especiales, lo importante es que los niños vean que sus padres disfrutan el movimiento, que lo integran como parte de su día a día y lo hacen en familia.
Formar hábitos saludables no se logra con discursos, sino con acciones consistentes. Padres activos educan hijos activos. Una madre que camina inspira; un padre que nada enseña sin palabras. Si queremos que nuestros hijos crezcan sanos, fuertes y felices, debemos empezar por dar el ejemplo.
Este verano, más allá del descanso, regalemos movimiento. Porque prevenir enfermedades empieza en casa. Porque moverse es salud. Y porque ningún juguete es más valioso que enseñarles a nuestros hijos a cuidar su cuerpo.
Fuentes consultadas:
- Asociación entre indicadores de condición física, estatus de peso corporal y riesgo metabólico en escolares de secundaria: https://www.nutricionhospitalaria.org/articles/04096/show
- Planetary health diet versus usual diet in adolescents. How do food and physical activity influence academic performance?https://www.nutricionhospitalaria.org/articles/04614/show