Ciudad Juárez.- En los primeros seis meses de 2025, el Consejo Estatal de Población (Coespo) atendió a migrantes mexicanos desplazados por violencia en una proporción solo superada por la comunidad venezolana. La mayoría procede de Michoacán, Guanajuato y Guerrero, estados marcados por la presencia del crimen organizado y la falta de oportunidades laborales en áreas rurales. La situación, explicó Dirvin Luis García, coordinador del Programa de Atención a Migrantes y Movilidad Humana de Coespo, refleja un “desplazamiento interno” que empuja a familias enteras hacia la frontera norte en busca de seguridad y sustento. (Migrantes mexicanos desplazados por violencia).
El funcionario detalló que muchas de estas personas relatan extorsiones, inseguridad permanente, o haber sido víctimas directas de algún delito grave. Además, subrayó que la violencia no es el único motor: la caída de los precios agrícolas, el cierre de mercados locales y la toma de territorios por bandas armadas dejan a comunidades completas sin ingresos. Bajo ese contexto, Coespo registró 7 328 atenciones de enero a junio; de ellas, 5 219 migrantes aceptaron proporcionar datos. Mil 290 resultaron ser mexicanos, cifra que contrasta con los mil 845 venezolanos y muestra cómo la línea entre migración interna y externa se borra en la frontera.
El reporte socio‑demográfico también refleja un mosaico de nacionalidades: 600 hondureños, 406 colombianos, 277 guatemaltecos, 229 ecuatorianos y decenas más de Cuba, Perú, Brasil y Haití. Aun así, el crecimiento de los connacionales evidencia un fenómeno humanitario que requiere políticas diferenciadas; no solo albergue y alimento, sino mecanismos de protección, acceso a empleo y apoyo para quienes desean regularizar su estancia o, eventualmente, cruzar hacia Estados Unidos. Coespo insiste en la urgencia de reforzar albergues, agilizar trámites de identidad y articular una respuesta binacional que atienda tanto a migrantes internacionales como a los propios mexicanos expulsados por la violencia.