Ayer tocĂł turno al alcalde Cruz PĂ©rez CuĂ©llar de rendir su informe de gobierno. Un ejercicio que, en teorĂa, deberĂa servir para que la ciudadanĂa conociera con lupa los avances, pendientes y retos de la administraciĂłn municipal. En la práctica, los informes en MĂ©xico terminan siendo otra cosa: una pasarela polĂtica donde se habla más del mañana electoral que del ayer administrativo.
Cruz no fue la excepciĂłn. Entre frases de manual como “lo mejor está por venir” y la promesa de que “el cambio sigue”, el mensaje se sintiĂł más como precampaña que como rendiciĂłn de cuentas. Claro, se enlistaron acciones, se presumieron programas y se intentĂł poner sobre la mesa que el municipio ha sabido navegar en tiempos difĂciles. Pero al final del dĂa, el Ă©nfasis no estuvo en el presente tangible, sino en el futuro deseado.
Y aquĂ vale la pena hacer un alto: Âżen quĂ© momento el informe de gobierno se convirtiĂł en un trampolĂn? Porque mientras el alcalde despliega discursos de grandeza y aspiraciones, la ciudadanĂa sigue preguntándose lo básico: ÂżdĂłnde están los resultados palpables en seguridad?, ÂżquĂ© pasa con el rezago de baches?, ÂżquĂ© avances reales hay en movilidad, transporte e infraestructura? Lo cierto es que, más allá del discurso, Juárez no ha dejado de aparecer en las listas rojas de inseguridad, el tráfico sigue siendo un viacrucis diario y los servicios pĂşblicos no terminan de levantar cabeza.
Señor alcalde, los ciudadanos no queremos un informe que “abarque todo” en palabras; queremos resultados que se vean en las calles, no en los titulares. Sarcásticamente, es conmovedor ver tanto entusiasmo por el futuro cuando el presente nos tiene esquivando balas, baches y filas para el engomado ecolĂłgico. Cruz, como todo polĂtico en su informe, dedicĂł más tiempo a pintar un Juárez utĂłpico que a explicar por quĂ© la extorsiĂłn repuntĂł en julio o por quĂ© 160 extranjeros siguen desaparecidos. ÂżRendiciĂłn de cuentas? Más bien un tráiler de su prĂłxima campaña.
La cargada polĂtica tampoco faltĂł. Diputados, senadores y aspirantes de todos los colores estuvieron presentes, no para evaluar con seriedad el trabajo municipal, sino para dejarse ver en el escenario y empezar a mover sus propias piezas rumbo a 2027. Ya lo dijo alguien con ironĂa en redes sociales: “los informes de gobierno no informan, anuncian”.
No se trata de quitarle mĂ©rito a lo que sĂ se ha hecho —porque lo hay—, sino de subrayar la incongruencia de un formato que se ha vuelto ritual vacĂo. Los polĂticos hablan de transformaciones histĂłricas y mejores tiempos por venir, mientras la ciudadanĂa sigue atrapada en los mismos problemas de hace dĂ©cadas. El informe, más que un espejo de la gestiĂłn, se convierte en una vitrina para alimentar egos y abrir camino a candidaturas.
Lo que el alcalde parece olvidar —y no es el único— es que el ciudadano ya no traga entero. La gente ve, compara, contrasta y, sobre todo, recuerda. Y si el presente no se atiende con seriedad, los discursos sobre el futuro se quedan en eso: frases bonitas que no tapan baches, no detienen homicidios ni mejoran el transporte.
En resumen: sĂ hubo informe, pero la pregunta es, ÂżquĂ© nos informĂł? De su presente, poco; de su futuro, mucho. Y esa es, tristemente, la constante de la polĂtica mexicana: informes que no rinden cuentas, sino que adelantan campañas.