Donald Trump no solo buscó volver a la Casa Blanca; también quiso hacerlo como el sheriff global que lanza bombas como si fueran tuits. Esta semana, presumió haber ordenado ataques a sitios nucleares en Irán, en lo que parece más una estrategia sin pensar —porque ni su Congreso la aprobó— que una medida de seguridad nacional. El presidente, con su ya clásico estilo de bravucón con botones nucleares, no solo revive la tensión internacional, sino que compromete al mundo a sus cálculos personales. Estados Unidos, de nuevo, jugando con cerillos en una bodega llena de gasolina. ¿Las consecuencias? Ya veremos. Lo urgente era presumir músculo y, de paso, echarle más leña a su propio fuego.
Por lo pronto, Donald Trump presume haber atacado sitios nucleares en Irán, como si el Medio Oriente fuera su tablero de Risk personal. ¿El objetivo? Inyectar a EE. UU. en otro conflicto eterno, distrayendo de sus problemas internos con fuego artificial geopolítico. Mientras el mundo contiene el aliento…
Pero más allá de la fanfarronería, el conflicto con Irán tiene implicaciones reales: Estados Unidos se inyecta de nuevo en Medio Oriente, abriendo un nuevo frente mientras tiene incendios políticos, migratorios y sociales en su propia sala. La decisión de Trump de arrastrar a su país a otro conflicto deja claro que, para algunos líderes, la guerra sigue siendo un distractor rentable. El problema es que, cuando el caos se internacionaliza, las víctimas son siempre las mismas: los civiles, los inocentes y las regiones ya heridas por la historia.
Y mientras se bombardea a miles de kilómetros, aquí, más cerca, se da otra batalla: la del fentanilo. El FBI y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) de México trabajaron en conjunto para capturar a tres personas con más de 110 mil pastillas de esta droga. Una victoria, sí. Una luz, aunque tenue, en medio de la oscuridad de la crisis sanitaria más mortal de los últimos años. Pero también un recordatorio de lo vasto y venenoso que es este negocio, que mata en silencio, que se esconde en bolsas, mochilas y maletas mientras inunda las calles de ambos países.
EPÍLOGO: EL MUNDO ARDE, Y NOSOTROS TAMBIÉN
:
Trump incendia el Medio Oriente, el fentanilo envenena nuestras calles, y Juárez sigue atrapada entre los fuegos cruzados de la geopolítica y el narcotráfico. ¿Alguien recuerda que aquí también hay vidas en juego?
Hoy el mundo está en llamas: allá por decisiones geopolíticas con sabor a ego; aquí, por pastillas que matan en dosis del tamaño de una uña. Y en medio de todo, la humanidad sigue preguntándose quién demonios le dio pólvora a los que juegan a ser dioses.
