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Ciudad Juárez, Chih. México
7 de julio 2025

Dirección: Héctor Javier Mendoza Zubiate

ÂżJusticia ciega o justicia floja?

La justicia mexicana tiene un extraño sentido de la oportunidad. Resulta que Julio César Chávez Jr., el heredero del box, acusado de tener vínculos con el Cártel de Sinaloa, tenía una orden de arresto emitida en México desde 2023. La pregunta obligada es: ¿por qué no se actuó antes? ¿Dónde estaban las autoridades mexicanas todo este tiempo? ¿Por qué tuvo que ser arrestado en Estados Unidos para que aquí siquiera se confirmara que lo estaban buscando?

Este caso no solo exhibe la ineficacia, sino la negligencia institucional para ejecutar órdenes judiciales que, por lo visto, solo existen en papel. En Juárez sabemos bien lo que eso significa: órdenes que se “extravía el sistema”, detenidos que “no se encuentran en sus domicilios” aunque todos sepan en qué fiesta están… y así, mientras se juega a la impunidad, los vínculos del crimen siguen creciendo con patrocinio oficial y tolerancia activa.

No es falta de capacidad, es falta de voluntad. Mientras las redes criminales operan con impunidad, las autoridades parecen esperar que otros países hagan su trabajo. ¿Cuántos más como él siguen libres porque nadie se molesta en buscarlos?

Y si ya estamos hablando de privilegios y protecciĂłn institucional, vayamos directo al Cereso 3, esa cueva de complicidades donde ahora se investiga a 40 policĂ­as por brindar tratos VIP a internos. Celulares, drogas, comida especial, habitaciones con clima… la lista es tan grotesca como sabida. Porque no seamos ingenuos: eso no ocurre por descuido, ocurre por complicidad.

Que nadie diga que no sabían. Si se están abriendo carpetas ahora, es porque el escándalo se desbordó. No por voluntad de limpiar el sistema, sino por el miedo a que ya no se pueda tapar lo que hiede desde hace años. En ese Cereso explotaron fugas, masacres, corrupción, y ahora nos vienen con que “están investigando”… como si no supieran lo que pasa tras los muros que custodian.

No es corrupciĂłn menor: es complicidad institucionalizada. Mientras los internos comunes viven en condiciones inhumanas, un grupo selecto disfruta de lujos pagados por quienes deberĂ­an vigilarlos. ÂżDĂłnde queda la justicia cuando los custodios se convierten en sirvientes de los criminales?

Pero si crees que eso es grave, prepárate para la cereza del horror: la justificación oficial por los cadáveres acumulados, descompuestos y abandonados durante meses en las instalaciones del crematorio Plenitud —escucha bien—: “Se nos juntó el trabajo”.

¿Ese es el nivel de respeto institucional hacia las víctimas? ¿Ese es el trato que merecen los fallecidos y sus familias? “Se nos juntó el trabajo”… como si hablaran de trámites de oficina o paquetes en paquetería. Como si la dignidad de una vida humana pudiera posponerse por exceso de papeleo o por negligencia criminal.


EpĂ­logo: El paĂ­s donde la impunidad tiene horario de oficina

Órdenes de arresto que nadie ejecuta, cárceles que premian a reos poderosos y funcionarios que hablan de cadáveres como si fueran papeles en un escritorio. México no necesita más explicaciones: necesita funcionarios que hagan su maldito trabajo.

Y en esta columna se ha insistido muchas veces en que Juárez merece instituciones con dignidad, funcionarios con compromiso y resultados que se midan más allá del discurso. Pero hoy, más que nunca, urge justicia con memoria, con nombres, con responsables y con consecuencias. Porque cada cuerpo abandonado, cada celda privilegiada y cada prófugo ignorado son un mensaje de impunidad que se grita en silencio desde las instituciones.

Y ese silencio, si no lo rompemos nosotros, será el himno de un país cada vez más cómodo con el olvido.

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