La justicia mexicana tiene un extraño sentido de la oportunidad. Resulta que Julio CĂ©sar Chávez Jr., el heredero del box, acusado de tener vĂnculos con el Cártel de Sinaloa, tenĂa una orden de arresto emitida en MĂ©xico desde 2023. La pregunta obligada es: Âżpor quĂ© no se actuĂł antes? ÂżDĂłnde estaban las autoridades mexicanas todo este tiempo? ÂżPor quĂ© tuvo que ser arrestado en Estados Unidos para que aquĂ siquiera se confirmara que lo estaban buscando?
Este caso no solo exhibe la ineficacia, sino la negligencia institucional para ejecutar Ăłrdenes judiciales que, por lo visto, solo existen en papel. En Juárez sabemos bien lo que eso significa: Ăłrdenes que se “extravĂa el sistema”, detenidos que “no se encuentran en sus domicilios” aunque todos sepan en quĂ© fiesta están… y asĂ, mientras se juega a la impunidad, los vĂnculos del crimen siguen creciendo con patrocinio oficial y tolerancia activa.
No es falta de capacidad, es falta de voluntad. Mientras las redes criminales operan con impunidad, las autoridades parecen esperar que otros paĂses hagan su trabajo. ÂżCuántos más como Ă©l siguen libres porque nadie se molesta en buscarlos?
Y si ya estamos hablando de privilegios y protecciĂłn institucional, vayamos directo al Cereso 3, esa cueva de complicidades donde ahora se investiga a 40 policĂas por brindar tratos VIP a internos. Celulares, drogas, comida especial, habitaciones con clima… la lista es tan grotesca como sabida. Porque no seamos ingenuos: eso no ocurre por descuido, ocurre por complicidad.
Que nadie diga que no sabĂan. Si se están abriendo carpetas ahora, es porque el escándalo se desbordĂł. No por voluntad de limpiar el sistema, sino por el miedo a que ya no se pueda tapar lo que hiede desde hace años. En ese Cereso explotaron fugas, masacres, corrupciĂłn, y ahora nos vienen con que “están investigando”… como si no supieran lo que pasa tras los muros que custodian.
No es corrupciĂłn menor: es complicidad institucionalizada. Mientras los internos comunes viven en condiciones inhumanas, un grupo selecto disfruta de lujos pagados por quienes deberĂan vigilarlos. ÂżDĂłnde queda la justicia cuando los custodios se convierten en sirvientes de los criminales?
Pero si crees que eso es grave, prepárate para la cereza del horror: la justificación oficial por los cadáveres acumulados, descompuestos y abandonados durante meses en las instalaciones del crematorio Plenitud —escucha bien—: “Se nos juntó el trabajo”.
ÂżEse es el nivel de respeto institucional hacia las vĂctimas? ÂżEse es el trato que merecen los fallecidos y sus familias? “Se nos juntĂł el trabajo”… como si hablaran de trámites de oficina o paquetes en paqueterĂa. Como si la dignidad de una vida humana pudiera posponerse por exceso de papeleo o por negligencia criminal.
EpĂlogo: El paĂs donde la impunidad tiene horario de oficina
Órdenes de arresto que nadie ejecuta, cárceles que premian a reos poderosos y funcionarios que hablan de cadáveres como si fueran papeles en un escritorio. México no necesita más explicaciones: necesita funcionarios que hagan su maldito trabajo.
Y en esta columna se ha insistido muchas veces en que Juárez merece instituciones con dignidad, funcionarios con compromiso y resultados que se midan más allá del discurso. Pero hoy, más que nunca, urge justicia con memoria, con nombres, con responsables y con consecuencias. Porque cada cuerpo abandonado, cada celda privilegiada y cada prófugo ignorado son un mensaje de impunidad que se grita en silencio desde las instituciones.
Y ese silencio, si no lo rompemos nosotros, será el himno de un paĂs cada vez más cĂłmodo con el olvido.