La marcha del 2 de Octubre en la Ciudad de México se vio nuevamente empañada por la presencia del Bloque Negro, que avanzó de manera paralela a los contingentes estudiantiles, dejando a su paso saqueos, destrozos y enfrentamientos con personal policiaco.
Apenas iniciaba el avance de los contingentes sobre el Eje Central, cuando un grupo de embozados comenzó a hacer destrozos en la fachada de un mini súper. Posteriormente, un grupo más numeroso de embozados, que incluía mujeres, irrumpió dentro de una tienda de conveniencia en el cruce del Eje Central y la calle Luna, repartiendo los productos robados entre los transeúntes. Un negocio de pinturas en el mismo cruce también fue vandalizado, y los manifestantes saquearon latas de aerosol para realizar sus pintas.
Los destrozos continuaron en la zona de Garibaldi, donde las pintas en inmuebles condenaron la participación del Ejército en la masacre de estudiantes. En esta zona comenzaron las detonaciones de petardos, explosivos que no dejaron de sonar durante el resto del trayecto.
Al llegar a la calle 5 de Mayo, los integrantes del “Bloque negro” aumentaron su nivel de violencia, derribando vallas metálicas y saqueando una farmacia. Previo a su llegada a la plancha del Zócalo, el grupo era custodiado por policías con equipo antimotín, que usaron extintores en un intento de replegar a los manifestantes.
El Zócalo se convirtió en un campo de batalla donde los destrozos se salieron de control, en medio de una serie de detonaciones de explosivos y una lluvia de bombas molotov. El grupo agresor portaba vigas y estructuras metálicas con las que continuaron los destrozos. La refriega dejó un saldo de por lo menos 60 policías lesionados con quemaduras, golpes y contusiones. Los agentes de la SSC fueron agredidos con toda clase de proyectiles, incluyendo martillos y palos, mientras protegían la zona.
