¡Ya estamos hartos!
Otra falsa alarma. Otra evacuación masiva. Otra movilización de cuerpos de emergencia por una llamada de broma. Y otra vez, los funcionarios compareciendo ante la prensa para repetir lo de siempre: que se “está investigando”, que “se tomaron las medidas necesarias”, que “la amenaza resultó falsa”.
¡Ya estamos hartos!
Sí, es cierto que hacer una llamada falsa al 911 es una irresponsabilidad y algo que debe sancionarse. Pero también lo es que, más allá de sancionar al que hizo perder el tiempo a las autoridades, el verdadero problema es que no confiamos en nuestras instituciones.
¿Cómo es posible que ante una amenaza de bomba no exista un protocolo más eficiente que paralizar el corazón de la ciudad por horas? ¿Por qué no se han implementado tecnologías para identificar en tiempo real este tipo de amenazas? ¿Dónde están las estrategias de prevención más allá del castigo?
¡Ya estamos hartos!
No de las bromas, sino de un sistema que solo se mueve cuando el problema ya estalló. Y si no lo entienden, entonces el verdadero peligro no está en el teléfono: está en el poder que no actúa.
¡Ya estamos hartos!